Cuatro Tiros - Rarotonga - Islas Cook

Rarotonga, coordenadas 21°14′00″S 159°47′00″O, Islas Cook.
60 kilómetros cuadrados de un paraíso increíble salpicados por el destino, y la obstinación de los volcanes, en la inmensidad del Oceano Pacifico
1911. William Wigmore presiona el gatillo de su pistola cuatro veces. Todos los tiros dan en  More Uriatua que cae, inevitablemente  muerto. Wigmore se queda con la tierra que reclama y que alquilaba, pero todos saben que no le pertenece.
1912. Metua , la hija del muerto, vuelve a la tierra de sus ancestros, la que le costó la vida a su padre y parada en medio de la tierra lanza una maldición. “Ningún negocio prosperara allí hasta que esa tierra no sea devuelta a sus verdaderos dueños”. Todos creen que la mujer esta loca.
Mientras tanto Wigmore, que es blanco y More Uriatua era Maori, se libra de una condena segura por asesinato. El paraíso también tiene privilegios.
1913. Las cosechas de Wigmore fracasan. Primero son los ananás.
1914. Las cosechas siguen fracasando. Después los cocos y otros intentos mas
1915. Wigmore está en bancarrota y la vida se complica en Rarotonga y lo mejor es volver a los orígenes por algun tiempo. Alla van los Wigmore. Nueva Zelanda los espera.
Los años siguen como números simples y nada prospera en la tierra donde murió More Uriatua, todo falla, una y otra vez.
1987. Inversores italianos contactan al gobierno de las Islas Cook para construir un hotel 5 estrellas, bajo la licencia de Sheraton, en la isla de Rarotonga, en el paraíso. El lugar elegido: La tierra de los cuatro tiros.
1990. El sol esta alto, es el momento previo al inicio de la construcción, acto protocolar, piedra fundamental, primer ministro, empresarios, vecinos y la presencia repentina del nieto de More Rua, el muerto de los cuatro tiros, que llega sin que lo vean y para asombro de todos clava su lanza en la placa que conmemora el comienzo de la obra y renueva la maldición. La policía lo retira como puede, ¿la maldición continua?
1993. El hotel esta al 80% de su construcción pero todo se detiene. Ahora parece que el dinero de los italianos seria de la mafia, del lavado, de las drogas. El Gobierno de la isla es el garante de la obra. Los italianos, la mafia, se van, el hotel queda incompleto y el paraíso con una deuda de 120 millones de dólares.
Pasan los años y la penuria de una nación de 15mil habitantes para pagar las deudas no tiene pausa. Muy lentamente los 120 millones se van pagando, como se puede. El edificio sigue ahí, sin terminar. EL paraíso también, más hermoso que nunca.
2008. Un grupo inversor japonés se propone completar una obra que ya está siendo consumida por la jungla. Pero, otra vez pero, antes de poner un centavo el mundo se derrumba y allá van las posibilidades de renacimiento del hotel 5 estrellas de Rarotonga.
2009. Un nuevo intento, otro grupo hotelero. La buscan a la nieta del muerto de los cuatro tiros, Amoa Amoa, que desde sus 70 años se niega una y otra vez a levantar la maldición. “Hasta que no sea devuelta a la familia More no se levantara la maldición”. La maldición no se levanta y aunque nadie cree en ella… Nada funciona.
2012. El Hotel será Casino ahora. Ya esta la cadena hotelera que lo va a terminar y la que va a poner a rodar las cartas, las maquinas tragamonedas y la ruleta. Los habitantes de la isla se reúnen y dicen “NO”. No habrá Casino en las Islas Cook. Los inversores se vuelven sin negocio ¿Aliviados porque no tuvieron que sufrir la maldición?
2014. Ahora sí parece que el destino se tuerce. Esta todo encaminado para que nuevos actores, nuevos inversores, de una vez por todas terminen con ese hotel y le den a la isla su primer hotel 5 estrellas.  hasta que el grupo que invierte termina desarmado por problemas con la justicia en Nueva Zelanda.
2018. Estoy ahí, en Rarotonga, sobre la tierra de la maldición, del famoso Sheraton que nunca fue, en un pequeñísimo paraíso en el medio del pacifico sur. Las cabras pastan en lo que debería ser el parque, la playa hermosa no tiene sombrillas ni paradores, pero el mar es tan cristalino que solo parece un reflejo. Las fuentes están llenas de agua de lluvia, las paredes cubiertas de enredaderas y graffitis, los vidrios rotos, los caños expuestos como venas cortadas. Por 5 dólares podes recorrer el cuerpo muerto del hotel que espera y escuchar la historia del tipo que paro con el pecho los cuatro tiros de Wigmore y desato una maldición interminable…  “Hasta que no sea devuelta a la familia More…”.


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