Bari, en dos tiempos


















De Bari tengo dos versiones, aunque al comienzo del viaje tenía solo una. La Bari convulsionada, grande, puerto importante de Italia, ciudad industrial y de algún modo caotica del sur (como si eso fuera de alguna forma un sinónimo). Sin embargo al llegar a Bari, una mañana de agosto, en pleno verano, con el sol radiante en el cielo, sin una nube que se atreviera a asomarse, con el viento fresco de la mañana acariciándolo todo me encontré con que todo lo que me habían dicho no existía. La ciudad vieja nos recibió apenas despertada, casi sin movimiento, enigmática y quizás un poco desprolija, como no podía ser de otra forma. Despues, saliendo a la parte nueva, la Via Sparano, ancha y moderna, peatonal con negocios de primera línea y cafeterías cuidadas tuve otra. Me encontré con una ciudad amable, bella en cierto punto y populosa.
Nos alojamos sobre la misma Via Sparano en el Four Rooms Hotel, como su nombre lo indica, un enorme departamento de época al que se ingresaba o bien por las escaleras de mármol de una película o por un ascensor antiguo y diminuto que me recordaba a la película del gran hotel Budapest de Win Wenders. El interior del departamento, totalmente remodelado con cuatro habitaciones del mejor nivel, una biblioteca desayunador  y algo que se viene repitiendo en Europa, los hoteles sin gente. Con el dueño o administrador siempre y en todo momento nos comunicamos por whatsapp, jamas lo vimos, la única presencia humana en nuestros días de estancia fue la señora de la limpieza. Nunca nos faltó nada, nunca tuvimos un problema sin solución, pero todo a través de internet.
La Via Sparano es una arteria central que termina en la Estación Central de trenes lo que la hace un muy buen lugar para parar, también esta minada de negocios de ropa, joyas, deportes y bares y mas bares.
A unas cuadras de allí, camino al puerto, pero un poco mas al costado esta lo que es la Bari antigua, un concierto de calles estrechas, callejuelas, arcadas, esquinas con vírgenes, santuarios pequeños, gente en la calle charlando, haciendo sus cosas, tendiendo su ropa, viviendo sus vidas mientras nosotros pasábamos. Tambien las propuestas de la Bari antigua son muchísimas, hay pequeñísimos lugares de 8 o 10 lugares donde comer algo, una esquina exquisita en Il Salumiere Nino donde pedir que te hagan una focaccia de Prosciutto crudo, mozzarella y oliva por 2,5 euros. Mas alla un lugar que es todo un hallazgo, La Tana del Polpo un negocio muy especial donde todas sus especialidades giran alrededor del pulpo. No pueden irse sin probar el Sandwich de pulpo, sin sándwich de pulpo, increíble y único. Como ya dije hay muchísimas opciones pero destaco dos mas La Cantina de la Cianna Ciannecasi en el final del Vico Corsioli donde comer Orechietti (la pasta local por excelencia) y tomarse un exquisito vino de la casa (no vale la pena despreciarlo) y también Ristorante La Locanda di Federico un bonito local de pastas principalmente, moderno, de buena cocina y precios lógicos.
Volvi a Bari apenas empezado septiembre buscando reencontrarme con esa versión que había visto y vivido pero me encontré con la otra, esa que me habían dicho antes que era la única posible. EL trafico ya era complicado a cualquier hora, la gente caminaba apurada, el sol era el mismo pero ya se veía más apurado, las bocinas, los semáforos que hacían lo posible por contener el aluvión de vehículos tratando de superarse, la estación de trenes repleta.
Quedo claro entonces que hay dos Bari, cada una tiene lo suyo, quizás una tenga menos encanto que la otra, quizás una sea más compleja y difícil de vivir, pero en el fondo, ahí donde importa, todo sigue siendo igual.

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