Angra dos Reis - La joya por descubrir

En el camino uno empieza a imaginar lo que mas adelante terminara confirmando. Angra dos Reis es uno de los lugares mas hermosos del litoral marítimo brasilero. El recorrido en auto desde Río de Janeiro por la BR 101, bordeando la costa, en buena parte del viaje, por un camino sinuoso a fuerza de copiar la silueta de las montañas es en si mismo la introducción a un lugar distinto. La exhuberancia de la vegetación (conocida como Mata Atlántica por su biodiversidad), la presencia de las montañas y el mar bañando la arena estarán siempre presentes en este destino.
Angra dos Reis esta compuesta por 365 islas y un sinfín de hermosas playas y espectaculares aguas transparentes.

Angra dos Reis es muchos destinos en uno.

Angra es mar:
Sin lugar a dudas el atractivo mas importante de Angra esta en el mar y sus islas. Para conocer y disfrutar hay dos opciones. La primera y la más utilizada por la mayoría de la gente es subirse a bordo de los saveiros, embarcaciones que simulan antiguas naves y que transportan entre 50 y 120 personas, haciendo un recorrido desde el puerto de Angra dos Reis a diferentes islas y playas de los alrededores como, por ejemplo, isla dos Cataguases, Praia das Flechas, Isla de Gipoia e Isla Grande, en algunos casos. El viaje siempre es bastante animado y se hacen paradas de entre 20 y 40 minutos en diferentes lugares del circuito para que los pasajeros bajen a la playa o simplemente se zambullan desde cubierta en el mar. En los mismo barcos se alquilan mascaras para hacer snorkel. Hay varias empresas que prestan el servicio diariamente y todas tienen recorridos y valores similares, rondando los R$ 30 por persona. En los mismos barcos se puede almorzar eligiendo entre dos platos, generalmente pescado y pollo, con buenos precios. También es posible almorzar en alguno de los pintorescos restaurantes que hay en las islas, si bien esto depende de cómo esta establecido el recorrido de cada embarcación.
La segunda opción y la mas recomendable cuando uno quiere conocer en profundidad y a voluntad los secretos de Angra, es contratar uno de los pequeños barcos de alquiler que los lugareños tienen y con los cuales trabajan todos los días. Por R$ 200 por persona o por R$ 600 cuando el grupo supere los 4 pasajeros se puede contratar alguno de los tantos barcos que navegan en la zona. Generalmente estos barcos son conducidos por marineros quienes a la vez son sus dueños. Todos están en excelentes condiciones con sus sistemas de seguridad y comunicación en perfecto funcionamiento. Si bien son un poco mas lentos que las modernas y fastuosas embarcaciones que nos van a superar durante todo el tiempo que dure nuestro paseo, nos dan la posibilidad de tener control absoluto de nuestro itinerario. Así fue como tomamos el barco de nuestro amigo Silas, un pequeño barco de madera para 8 personas con el que recorrimos a voluntad la bahía de Angra y sus espectaculares islas. Saliendo desde la playa misma de la Posada Arcobaleno por la mañana es posible hacer un buen recorrido hasta regresar alrededor de las 5 de la tarde. Silas nos llevo directamente a la Isla de Gipoia, una encantadora isla que se encuentra a unos 45 minutos de navegación de la Praia do Retiro, en un recorrido que se hace casi por completo siguiendo los caprichos de la costa. En medio del viaje y para tratar de mitigar el calor de cubierta es un clásico pedir al capitán que detenga el barco y saltar desde cubierta al mar templado y esmeralda. No lo dudamos y nos zambullimos una y otra vez.. Sin lugar a dudas una experiencia refrescante y deliciosa, para grandes y chicos. Una vez en Gipoia navegamos hasta el lado de la isla que enfrenta el mar abierto, allí en una pequeña bahía esta una de las perlas de Angra dos Reis. La Praia do Dentista, si así como se lee. La playa del dentista debe su nombre a su formato de media luna y a las arenas blancas que la conforman. Simulando una sonrisa calida y transparente. Aquí encontramos un verdadero paraíso de colores. La arena blanca, el verde intenso de una vegetación que hace de marco perfecto y el turquesa intenso de un mar que por su transparencia invita a desembarcar con urgencia. El mar es calmo y cálido convenciéndonos de estar disfrutando de un pedazo del Caribe en medio del Brasil.
En la Praia do Dentista no hay posadas, infraestructura ni servicios, solo un (curioso) bar flotante, que ubicado sobre una de las puntas de la pequeña bahía, tiene bocadillos, platos del día y la infaltable cerveza helada. Claro que no hay que llegar nadando, ni pedirle a Silas que nos lleve hasta allí. El bar tiene delivery!!…el mozo llega en una pequeña lancha, toma el pedido y vuelve al rato con la orden completa. Se puede pedir mas? La respuesta es si, porque superar las expectativas es algo que Angra hace momento a momento
Este pequeño paraíso es uno de los mejores destinos de este litoral. Aguas templadas, arenas suaves, vegetación frondosa y una tranquilidad conmovedora son sus cartas de presentación.
Cuando decidimos que queríamos conocer más de Gipoia le pedimos a nuestro Capitán que llevara su barco al otro lado de la isla y nosotros emprendimos una caminata de 20 minutos por el corazón verde de la isla. Un camino de adoquines en bastante buen estado, recuerdo de las épocas en las que los barcos negreros dejaban su humillante carga en este lado de la isla para que fuera introducida al continente sin despertar demasiadas sospechas, recorre el trayecto de Praia do Dentista a Praia das Flechas. El camino por si solo vale la pena y es muy seguro. Una vez superada la mitad del recorrido es emocionante ver como entre las hojas y las ramas abrazadas de los árboles de esa verdadera selva tropical, se empieza a colar la imagen atrapante del mar turquesa y la arena dorada que nos esperan. Al final del camino desembocamos en un caserío de pescadores sobre la playa. De este lado de la isla el paisaje también conmueve y amerita otra zambullida en este mar diferente para mitigar el calor y la humedad acumulada en el camino.
En Praia das Flechas encontramos una playa muy bonita, con aguas transparentes y con una gran población de estrellas marinas anaranjadas, de un enorme tamaño, que hacen las delicias de todos los chicos…y de los grandes también. Para levantarlas hay que tener cuidado de no sacarlas del agua ya que el contacto con el sol y el aire caliente reseca su cuerpo y mueren. En esta playa hay un muelle donde atracan los saveiros (quizas lo único molesto cuando llega demasiada gente al lugar) y dos restaurantes. Uno de ellos con mayor infraestructura. Construido sobre pilotes de cemento y estructuras de piedra al borde del mar, otro mas pintoresco, acogedor y menos concurrido directamente sobre la playa. El restaurante sobre la playa es el lugar ideal para hacer un alto en el día, sentarse mirando el mar desde la salón con piso de madera y desprovisto de paredes. Los precios son bastante normales para ser una de las pocas opciones gastronómicas de la isla. Frente a la playa los fines de semana se pueden ver todo tipo de embarcaciones privadas que viniendo desde Angra pasan el día aquí.
Cuando decidimos que habíamos tenido el día que soñábamos antes de llegar a Gipoia le hicimos señas a Silas desde la costa para que se acercara al muelle y nos buscara. Subimos al barco y emprendimos el regreso al continente.
El regreso desde Gipoia a Praia do Retiro donde nos alojamos. nos deparo una última parada sorprendente. Praia da Figueira. Sobre el continente y próxima al conocido Blue Tree Resort, siguiendo la silueta de un morro, se encuentra esta pequeña playa de aguas intensamente turquesa y emocionante cristalinidad. En esta misma playa de aguas mansas se encuentra la Posada da Figueira.
Es importante saber que a la Praia da Figueira también se puede llegar por tierra, en uno de los ómnibus de transporte publico que van a Vilha Velha, por R$ 2, con aire acondicionado y un trayecto seguro de aproximadamente 30 minutos desde el centro.
Finalmente llegamos a Praia do Retiro que es una bahía de unos 200 metros de ancho marcada por las verdes montañas de la mata atlántica y aguas transparentes y calidas. Es casi imposible encontrar olas aquí, al menos como uno las conoce. Esta playa es un sitio residencial por excelencia, donde la mayoría de los propietarios son extranjeros, casi todos europeos. Sin embargo últimamente se han abierto algunas nuevas propuestas de alojamiento sumándose al Hotel Pestana, que adquirió una propiedad contigua con planes de expansión y a la Posada Arcobaleno. Precisamente desde Arcobaleno comenzamos a conocer Angra dos Reis, de la mano de sus dueños Rita y Gino, en un ambiente familiar y con una asistencia personalizada. La posada esta muy bien ubicada con el restaurante sobre la playa y las cabañas al otro lado de una angosta y poco transitada calle. Cada una de las cabañas tiene un color particular respondiendo al nombre de la posada, arcoiris en italiano, el idioma natal de Gino.

Angra es Historia

La historia de Angra empezó hace 500 años y es un fiel reflejo de los vaivenes de la economía brasilera. Inicialmente beneficiada por una costa privilegiada fue un puerto vital para las embarcaciones europeas que iban al litoral de San Pablo o a Rió de Janeiro y también para conectar, mediante caminos que cruzaban las montañas y la floresta, Mina Gerais con San Pablo evitando el trafico marino de Angra dos Reis y Paraty afectado por el accionar de los piratas. Con la construcción del ferrocarril y la abolición de la esclavitud comenzó un periodo de decadencia ya que se dejan de lado los medios de transporte que habían hecho de Angra dos Reis un lugar importante en la economía brasilera. Ya entrado el siglo 20 la región vuelve a cobrar empuje con la instalación de industrias navieras y finalizando esa era se consolida como uno de los sitios turísticos mas importantes de la llamada Costa Verde, siendo elegida por muchos de los brasileros mas acaudalados para instalar sus casas/islas de veraneo y fin de semana.

Angra es Sofisticación

Una de las particularidades de Angra dos Reis para quien la conoce por primera vez es que notoriamente es un lugar que no esta desarrollado turisticamente, con los conceptos tradicionales, como otros puntos similares. Hay un solo shopping con una oferta acotada en donde sobresale uno de los mejores restaurantes de la zona, “Ananá”. Este restaurante al borde del agua, totalmente construido en madera, con impecables vidrios que nos separan del agua y varios espacios de relax, cuenta con un embarcadero propio donde uno puede ver llegar a los comensales en sus propios yates. Precisamente Angra dos Reis se destaca por estar mirando constantemente al mar, la ciudad es pequeña y bien cuidada pero solo es el lugar donde hacer las compras mas importantes y realizar tramites bancarios. El tráfico de helicópteros (la mayoría de las islas privadas, que son muchas y los hoteles cuentan con sus propios helipuertos) es alto al igual que el movimiento de las mas diversas embarcaciones de placer. En las islas es posible encontrar los mejores restaurantes porque es allí donde quienes son habitués de Angra dirigen sus barcos.
No hay multitudes de turistas, no hay amontonamientos de gente, no hay servicios seriados. Angra es una exquisita receta que solo unos pocos conocen y saben degustar.
Hay hoteles de cadenas internacionales como el Club Med, hoteles enormes con todos los servicios como el Blue Tree Resort, pequeños hoteles de alto nivel como el Pestana y muchas pequeñas y exquisitas posadas como la Posada Figueira o Posada Arcobaleno.

Angra Dos Reis es un destino desafiante para el viajero que gusta de explorar y conocer, porque tiene muchas facetas para descubrir. Siempre hay algo que no conocemos, siempre hay algo que se nos quiere revelar.


Escapando a ParaTy
Una escapada recomendada es visitar Paraty, esta ciudad colonial patrimonio histórico de la Humanidad, esta a solo 96 kms de Angra. Lo mas cómodo es alquilar un auto en Angra dos Reis y dirigirse hacia el sur por la BR 101. El camino es un paseo en si mismo (cuidado con los semáforos con cámaras que controlan la velocidad porque las multas son altísimas). Paraty es una opción interesante para conocer como era una ciudad del siglo XVIII en Brasil, uno de los puertos mas importantes de la época y un lugar turístico por excelencia en la actualidad. Multitud de bares y restaurantes pueblan el casco histórico en donde uno puede escuchar todo tipo de acentos e idiomas en solo unos metros en cualquier dirección. Las playas no son demasiado interesantes pero Paraty en si misma vale el paseo.

Un secreto llamado Tarituba
Si, mas allá del paseo por Paraty uno no quiere perderse el día de playa, acá va un buen dato. A mitad de camino aproximadamente, podemos encontrar un pequeño pueblo llamado Tarituba. Una sola calle se abre desde la ruta y se interna hacia el mar. Un puñado de casas antiguas y una calle que termina en la arena de una pequeña bahía. La belleza del lugar toma forma con las barcas de los pescadores reposando sobre el agua, el mar transparente que saborea la arena y un par de pequeños bares que ofrecen a los pocos visitantes del lugar bebidas frias y deliciosos platos de cangrejo, pescado o mariscos. La bahia de Tarituba esta enmarcada por las montañas que llevan por su silueta la autopista BR 101 por lo cual es difícil verla desde el auto si uno no la conoce previamente; sin embargo esta muy bien señalizado el ingreso, al igual que todo el recorrido de la autopista.

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