El casco antiguo de Nápoles es una mezcla de edades en una traza casi medieval. Algunas calles son tan estrechas que no hay veredas y los autos y las motos, como corresponde aquí, no tienen paciencia y compiten desproporcionadamente con los peatones. Tanto es así que muchos ni siquiera frenan y algunos te golpean con los espejos o con cualquier otra parte del auto. Hay que estar bien atentos! Supongo que debe ser hartante circular varias cuadras con el auto frenando y esperando a cada uno de los peatones que camina relajado, eso al menos se me ocurre como defensa del automóviles/motorista napolitano.
Regresando al comentario del casco antiguo de la ciudad la basura sigue vigente por supuesto pero esta vez desbordando los basureros concretamente, ya no en cualquier lado sino dentro y fuera de los lugares determinados a tal fin. Vamos mejorando.
Regresando al comentario del casco antiguo de la ciudad la basura sigue vigente por supuesto pero esta vez desbordando los basureros concretamente, ya no en cualquier lado sino dentro y fuera de los lugares determinados a tal fin. Vamos mejorando.
Caminamos por Via Duomo desde Piazza Cavour recorriendo infinidad de negocios cerrados (eran más de las 7 de la tarde) en una seguidilla de edificios de fines del XIX y principios del XX. Pasamos por la puerta del Museo del Tesoro de San Gennaro, http://www.museosangennaro.it/es/ Este museo cuenta con uno de los archivos históricos más importantes de Europa, sobretodo por haber sobrevivido intacto a la segunda guerra mundial. Además cuenta con tesoros en plata, bronce, imaginería en madera y muchas otras cosas que lo hacen uno de los mas importantes del sur de Italia. Originalmente fue creado en 1527 para guardar las “reliquias de San Gennaro”.
Como dato curioso están los “ ¿maceteros?” que se encuentran en la vereda de la iglesia y que no tienen ninguna planta que haya sobrevivido al vandalismo pero llaman mucho la atención cuando uno se los encuentra floreciendo en los mosaicos. Mas adelante doblamos a la derecha y nos sumergimos en la Via del Tribunali, una muy fiel representación de una calle que no dejo nunca de vivir en el siglo XVII. Esta calle es muy animada por la noche a diferencia de las otras que la rodean, esta repleta de gente yendo y viniendo, de negocios abiertos, pizzerías y pequeños bares. Precisamente la gente va y viene (lo descubrimos recorriendo) a una u otra pizzería. Nos encontramos con una multitud de negocios encaramados en viejos edificios, con mostradores a la calle y desbordando de gente y comida, todos parecían sobrexigir sus exiguos espacios. Comenzamos una larga recorrida por la calle siguiendo el serpenteo nocturno que dibuja y en todas y cada una de las pizzerías había una multitud, verdaderamente una multitud, de gente esperando por un lugar o por el pedido que había hecho para llevar o comer en la calle. Tanta gente en una calle tan pequeña era un problema para el trafico que como ya explique no es precisamente contemplativo con el peatón, así que los insultos, los toques y los sustos son moneda corriente, tanto que nadie parece extrañarse ni perder de vista que está esperando por su pizza aunque eso lo lleve a ser virtualmente chocado por un auto o una moto. Hicimos una amplia recorrida mientras el hambre iba ganando espacio en nosotros y la cantidad de gente esperando y la que llegaba parecía ir creciendo. Muchos de los negocios exhiben su Tripadvisor award como si hiciera falta un respaldo.
Ahí estábamos entonces en la calle de la verdadera pizza napolitana con tantas opciones (y tantos clientes) que no sabíamos donde ir. Las ofertas de pizza iban desde los 5/6 euros a los 11/12 euros para una pizza grande y finísima, también hay pizza frita que es algo así como un calzoni frito muy sabroso. Decidimos entonces detener el recorrido y la investigación para quedarnos a esperar (en todos lados debíamos esperar) por una mesa. Optamos por Dal Presidente Pizzeria en la Via dei Tribunali 120, una pizzería que combinaba la venta a la calle por un señor muy antipático, la cocina a la vista y mesas adentro, las de planta baja acomodadas en un recoveco interno y las de planta alta en una sucesión de habitaciones cedidas al restaurante. Todo muy limpio, fresco con el aire acondicionado y preparado para que comiéramos rápido y dejáramos nuestro lugar al siguiente. Eso si los vasos descartables daban la nota. Tuvimos que quedarnos un rato largo afuera esperando y amenizamos el “aguante” con unos increíbles y exquisitos bocadillos de papa rellenos con queso y jamón, autenticas bombas de papa fritas de origen napolitano a 50 centavos de euro. Una vez arriba descubrimos que en Nápoles (en Italia en realidad) la pizza es personal, una pizza por persona, aunque muchos dejen la mitad (o mas) sin comer. Nosotros fieles al mercado cambiario pedimos pizzas para compartir y le dimos el visto bueno a una pizza frita también. La pizza frita es una muzzarella devenida calzoni por el efecto del doblez y luego, efectiva y obviamente, frita. Todo resulto perfecto y en un rato ya estábamos de nuevo en la calle para hacer un nuevo recorrido por el Nápoles nocturno. De Via dei Tribunali nos fuimos caminando hasta la Piazza Nolana y de ahí bajamos, impresionados por el contraste, por el Corso Giuseppe Garibaldi. Esta calle esta muy bien iluminada (diferencia 1) y además limpia y en buen estado de conservación (diferencia 2). Corso Garibaldi es una calle ancha que baja hacia la zona del puerto (aunque podríamos decir que también sube porque es de dos manos). Tiene muchos hoteles y sobretodo negocios de los más caros y lujosos. Sin dudas parecía una calle sacada de contexto.
Otra vez Nápoles termino de sorprendernos y dejar de lado el mito (o no…)
Como dato curioso están los “ ¿maceteros?” que se encuentran en la vereda de la iglesia y que no tienen ninguna planta que haya sobrevivido al vandalismo pero llaman mucho la atención cuando uno se los encuentra floreciendo en los mosaicos. Mas adelante doblamos a la derecha y nos sumergimos en la Via del Tribunali, una muy fiel representación de una calle que no dejo nunca de vivir en el siglo XVII. Esta calle es muy animada por la noche a diferencia de las otras que la rodean, esta repleta de gente yendo y viniendo, de negocios abiertos, pizzerías y pequeños bares. Precisamente la gente va y viene (lo descubrimos recorriendo) a una u otra pizzería. Nos encontramos con una multitud de negocios encaramados en viejos edificios, con mostradores a la calle y desbordando de gente y comida, todos parecían sobrexigir sus exiguos espacios. Comenzamos una larga recorrida por la calle siguiendo el serpenteo nocturno que dibuja y en todas y cada una de las pizzerías había una multitud, verdaderamente una multitud, de gente esperando por un lugar o por el pedido que había hecho para llevar o comer en la calle. Tanta gente en una calle tan pequeña era un problema para el trafico que como ya explique no es precisamente contemplativo con el peatón, así que los insultos, los toques y los sustos son moneda corriente, tanto que nadie parece extrañarse ni perder de vista que está esperando por su pizza aunque eso lo lleve a ser virtualmente chocado por un auto o una moto. Hicimos una amplia recorrida mientras el hambre iba ganando espacio en nosotros y la cantidad de gente esperando y la que llegaba parecía ir creciendo. Muchos de los negocios exhiben su Tripadvisor award como si hiciera falta un respaldo.
Ahí estábamos entonces en la calle de la verdadera pizza napolitana con tantas opciones (y tantos clientes) que no sabíamos donde ir. Las ofertas de pizza iban desde los 5/6 euros a los 11/12 euros para una pizza grande y finísima, también hay pizza frita que es algo así como un calzoni frito muy sabroso. Decidimos entonces detener el recorrido y la investigación para quedarnos a esperar (en todos lados debíamos esperar) por una mesa. Optamos por Dal Presidente Pizzeria en la Via dei Tribunali 120, una pizzería que combinaba la venta a la calle por un señor muy antipático, la cocina a la vista y mesas adentro, las de planta baja acomodadas en un recoveco interno y las de planta alta en una sucesión de habitaciones cedidas al restaurante. Todo muy limpio, fresco con el aire acondicionado y preparado para que comiéramos rápido y dejáramos nuestro lugar al siguiente. Eso si los vasos descartables daban la nota. Tuvimos que quedarnos un rato largo afuera esperando y amenizamos el “aguante” con unos increíbles y exquisitos bocadillos de papa rellenos con queso y jamón, autenticas bombas de papa fritas de origen napolitano a 50 centavos de euro. Una vez arriba descubrimos que en Nápoles (en Italia en realidad) la pizza es personal, una pizza por persona, aunque muchos dejen la mitad (o mas) sin comer. Nosotros fieles al mercado cambiario pedimos pizzas para compartir y le dimos el visto bueno a una pizza frita también. La pizza frita es una muzzarella devenida calzoni por el efecto del doblez y luego, efectiva y obviamente, frita. Todo resulto perfecto y en un rato ya estábamos de nuevo en la calle para hacer un nuevo recorrido por el Nápoles nocturno. De Via dei Tribunali nos fuimos caminando hasta la Piazza Nolana y de ahí bajamos, impresionados por el contraste, por el Corso Giuseppe Garibaldi. Esta calle esta muy bien iluminada (diferencia 1) y además limpia y en buen estado de conservación (diferencia 2). Corso Garibaldi es una calle ancha que baja hacia la zona del puerto (aunque podríamos decir que también sube porque es de dos manos). Tiene muchos hoteles y sobretodo negocios de los más caros y lujosos. Sin dudas parecía una calle sacada de contexto.
Otra vez Nápoles termino de sorprendernos y dejar de lado el mito (o no…)
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